Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de diciembre, 2008

Mientras Dormías...

Anoche mientras dormías yo observaba en silencio tu pequeño pecho subir y bajar ritmicamente. Eran las 3 am y estábamos ambas exhaustas, tu de pelear con el sueño y yo de tratar de calmarte. Sin embargo, aunque todo mi cuerpo gritaba que aprovechara al máximo cada minuto de sueño disponible no pude resistirme a quedarme allí mirando cada parte de tu cuerpo en detalle. Tus bracitos regordetes, tus piernitas redonditas y tu carita de ángel. Talvez sabías que te miraba porque de cuando en vez esbozabas una sonrisa que me derretía el corazón. Fue tan larga la espera para tenerte...tan ansiado este momento que hay veces como esta noche cuando me cuesta creer que eres una realidad y que estas aquí con nosotros. Todavía no puedo evitar llorar cada vez que doy gracias a Dios por tí, no puedo evitar dejarme llevar de ese sentimiento tan sobrecogedor que se apodera de mí. Extraño aquella relación que teníamos...tan cerca una de la otra que estabamos fundidas en un abrazo que duró nueve mes

El Jardinero y Yo...

Soy de las que pienso que cada cierto tiempo debemos detener nuestra agitada marcha de vida, para en un momento de sosiego espiritual poder re-evaluar nuestra vida, nuestras decisiones, los protagonistas y actores de nuestro relato terrenal. Esta re-evaluación nos lleva a rectificar (de ser necesario) nuestro rumbo, nuestras relaciones, nuestras amistades...nuestro norte. Pienso que hacer esto de vez en cuando nos ayuda a mantener el enfoque de hacia donde vamos y por qué vamos en dicha dirección. Ser adulto pareciera ser aburrido...hasta hace unos pocos años yo pensaba que me encontraba atrapada en el horrible círculo vicioso en el que pareciéramos entrar una vez que alcanzamos la adultez. Sin embargo, un día mientras me lamentaba calladamente de mi desventura en la seguridad de mi oficina pude ver por la ventana al jardinero del lugar donde trabajo. Eran las 11:30 am y el sol candente de pleno verano dominicano azotaba sin piedad la verde grama del jardín frontal de la empres