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Y bendito sea el fruto de su vientre...un testimonio más de Tu amor por mi








El primero de noviembre de este año se cumplirán 11 años de mi diagnóstico.  Nunca olvidaré cuando armada de estudios clínicos y números estadísticos, quien fuera mi doctora en aquel entonces me diagnosticara con Síndrome de Ovarios Poliquísticos, Insulino-resistente y me calificara con "problemas de fertilidad".

Desde niña siempre soñé con el día cuando tuviese mis hijos.  Parte del sueño venía alimentado por la felicidad que tanto mi padre como mi madre mostraban al desempeñar su tarea como padres.  Y como toda mujer al casarme soñé con el momento donde tendríamos nuestros hijos.  Por eso, entre una nebulosa de confusión escuchaba  nombres extraños de pruebas, de medicamentos....de "coito programado" y era como si de repente se me hubiese arrebatado un sueño muy mio.

Pienso que la parte más dificil del diagnóstico no fue la parte médica...fue más bien la parte espiritual.  En los siguientes años día a día erosionaba mi relación con Dios, hasta el punto donde toque fondo.  Como todo en la vida...al tocar fondo tienes dos opciones...o te quedas en el fondo y mueres ahogado...o sacas fuerzas renovadas y sales a flote.  Pues bien...mi naturaleza hizo lo segundo, y del fondo salí con una fé renovada y una relación más fortalecida con Dios.

Una tarde de marzo del año 2008 casi siete años después de mi diagnóstico y con muchísimos testimonios de la obra de Dios en mi vida (algunos de ellos inmortalizados en este blog), recibí un regalo inesperado.  Una prueba de embarazo en orina que me hacía de manera rutinaria (solo porque salía de viajes y tendría que parar el tratamiento que llevaba) me daba un positivo.  Recuerdo haber tomado aquella prueba y haberme ido a lavar las manos...tan segura estaba de que seria negativa, que al voltear y ver esas dos rayitas no podía ni abrir la puerta de la emoción que sentía.  

Miles de inquietudes, de miedos, de pruebas....sin embargo, el 18 de Octubre del 2008 a las 7:50 am escucharía el llanto de Francesca Marie.  Mi milagro, el "paquetito de amor" (como le digo) que me cambiaría la vida.  Es perfecta...tal como la soñé, tal como Dios me la prometió.  Su risa es mi refugio en días complicados, sus ocurrencias mi tesoro más preciado.

Muchas personas que conocen mi historia celebraron conmigo su nacimiento.  Muchos inclusive dieron por sentado que había recibido mi milagro y que con el cerraba un capítulo en mi vida.

Sin embargo...una noche hace ya dos años y medio comenzó mi corazón a anhelar otro bebé.  Debo admitir que en un principio me sentía mal, que desagradecida yo que aún siendo bendecida con un milagro yo quisiera más.  Al dar a luz las personas con Síndrome de Ovarios Poliquísticos ven, regularmente, por un período aproximadamente de 2 años una mejoria en su condición.  En mi caso ya había pasado ese tiempo, los ciclos aunque venían más regulares aun eran largos y la posición económica ya no me permitía embarcarme en tratamientos de fertilidad como lo había hecho para concebir a Francesca.

Cada día el llamado era más fuerte.  Al despertar y al acostarme eso era lo primero en mi mente.  Hasta que hace unos meses dije "Dios...si en tu plan divino está...que se haga según tu palabra".  Sabía que no estaba tan saludable como hace 4 años atrás cuando quede embarazada de mi hija y decidí comenzar a cuidarme, comer saludable, hacer ejercicio...todo porque si Dios había puesto ese deseo en mi alma no dejaría el mismo sin ser satisfecho.

Esa noche fue testimonio claro de cuando Dios te habla al oído.  Recuerdo que en esa entrega sentí que algo diferente había pasado en mi en ese mismo instante.  Tan fuerte fue el sentimiento que puse mi mano en el vientre y dije "Bebito si estas en proceso de ser creado, espero que sepas desde ya que te amo, que tendrás una familia maravillosa, que nunca te faltará amor".  10 días después tomaba un test de embarazo...no rutinario...esta vez algo me decía que estaba embarazada.  Dos rayitas nueva vez, una clarita (la de prueba).  Me haría otra prueba al día siguiente, sabía que si el HCG aumentaba iba por buen camino y la rayita sería esta vez más oscura y así fue.  

Esta vez enfrenté retos diferentes a los del embarazo de mi hija, pues al descubrirlo tan temprano, tuve que someterme a unos análisis de sangre, a esperar un par de semanas para la primera sonografía.  Sin embargo todo dando gracias a Dios en cada momento, porque la maternidad está marcada de esas "preocupaciones" desde el mismo momento que son concebidos.  Dando gracias porque hoy tengo no uno sino dos milagros de Dios en mi vida.  Dando gracias por cada malestar, por cada sonrisa, por cada reto...pues Su momento es perfecto...y su obra incuestionable.

Te damos la bienvenida a nuestra familia, prometemos amarte, cuidarte y darte lo mejor de cada uno de nosotros...A Dios gracias por confiarnos a nosotros este milagro tuyo, para que como sus padres terrenales le llevemos de la mano por tus caminos benditos...es un gran honor que hayas posado tus ojos en nosotros y que mi vientre sea cuna de tu obra (una pequeñita habichuelita con un corazoncito que latía a 134 bpm).

Comentarios

Eclesiástico 2
1 Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.
2 Endereza tu corazón, manténte firme, y no te aceleres en la hora de
la adversidad.
3 Adhiérete a él, no te separes, para que seas exaltado en tus
postrimerías.
4 Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu
humillación sé paciente.
5 Porque en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el
honor de la humillación.
6 Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará, endereza tus caminos y espera en él.
7 Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis, para no caer.
8 Los que teméis al Señor, confiaos a él, y no os faltará la recompensa.
9 Los que teméis al Señor, esperad bienes, contento eterno y misericordia.
10 Mirad a las generaciones de antaño y ved: ¿Quién se confió al Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y quedó abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido?
11 Que el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en la hora de la tribulación.
12 ¡Ay de los corazones flacos y las manos caídas, del pecador que va por senda doble!
13 ¡Ay del corazón caído, que no tiene confianza! por eso no será protegido.
14 ¡Ay de vosotros que perdisteis el aguante! ¿Qué vais a hacer cuando el Señor os visite?
15 Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que le aman guardan sus caminos.
16 Los que temen al Señor buscan su agrado, los que le aman quedan llenos de su Ley.
17 Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan.
18 Caeremos en manos del Señor y no en manos de los hombres, pues como es su grandeza, tal su misericordia.

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