Para mi la vida está compuesta de momentos. El cúmulo de esos instantes son los que verdaderamente resumen tu vida y, como decidiste afrontarlos definen quien eres en realidad. Sin embargo, a medida que pasan los años y recuerdas esos fragmentoses como si prácticamente volvieras a vivirlos, por lo que una de las cosas más importantes es aprender de ellos. Aprender a reirte, a ser más precavido, a ser más espontáneo....en fín, aprender de ellos te garantizará crecimiento personal y espiritual de calidad.
En lo personal me encanta buscar enseñanzas dentro de cada momento vivido, pero del mismo modo me gusta aprender a reirme de mí misma, de no tomarme las cosas tan en serio de vez en cuando (difícil ir contra ese razgo de mi personalidad). Asi que aqui les narro otras de mis vivencias, una en la que aprendí que hay personas que viven en un mundo muy diferente al mío, donde me engrandeció comprender que aunque con pocas riquezas materiales mi vida tiene un brillo propio.
De esta experiencia aprendí muchas cosas serias...sin embargo hoy es una de esas historias que me sacan carcajadas, que hablan de mi ingenuidad, de la simpleza con la que muchas veces miro la vida....
Era el mes de Abril de un año cualquiera, por cosas de mi trabajo tuve que viajar a Los Angeles, California. Ese, como casi todos mis viajes, estuvo matizado de anécdotas que no me averguenzo contar...y que la mayoría de las veces me hacen llorar de la risa.
Como buena turista, lo primero que hago al llegar a cualquier ciudad es investigar las cosas autóctonas del lugar, su comida, sus lugares, sus costumbres. Me gusta llevarme de cada nuevo puerto la experiencia de vivir lo verdaderamente local. Claro está, yo voy con mi baño de pueblo Dominicano que a mucha honra lo cargo para dondequiera que voy. Todas las visas del mundo y las millas en mi tarjeta Advantage no han podido borrar el olor a sancocho de mis cabellos o la ingenuidad jacarandísima de mi espíritu viajero.
Evidentemente, el internet ha puesto al alcance de nuestros dedos un mundo inmenso de información y claro, yo cibernética al fin, me fuí a Los Angeles con tres cosas bien claras. Primero, debía conocer Rodeo Drive; segundo, debía tirarme una foto frente al famoso letrerito de Hollywooed y tercero, siempre debía tener mi cámara a mano pues podría encontrarme con una celebridad.
Pues bien, cámara en mano y con un par de amigas me dirigí a Rodeo Drive. Debo aclarar, antes de seguir con mi historia, que la empresa para la que trabajo me había hospedado en el hotel donde se celebran los preliminares de los Golden Globe Awards justo en pleno Beverly Hills. Mis amigas y yo, nos dirigimos a Rodeo Drive, los carros de lujo y las tiendas de escaparates vanguardistas nos dejaban boquiabiertas...estábamos en el cielo (y si no era así pensábamos que debíamos estar en un lugar muy parecido).
Pero, Los Ángeles, una frugalidad latinoamericana y el encandilamiento que los escaparates ejercían sobre mi, fueron la receta segura de un desastre. Debo ponerles a todos en sobre-aviso primero y es que soy una Kaki (cómo se escribirá?) o rialenga por naturaleza, no conozco de marcas, de diseñadores, de nombres de tiendas...NADA!. Para mi la ropa es necesaria para no romper el código de conducta social y moral que nos impide ir desnudos a la calle...No me pregunten de diseñador, ni de las últimas tendencias, porque no voy a saber contestar sobre eso. Mis amigas me consideran una burla a la especie femenina a la que pertenezco, muchas de ellas con buenas intenciones me han suscrito a revistas con el afán de empaparme del tema, pero es que mi memoria para ese tipo de cosas es nula pues realmente no me interesan mucho.
Dicho esto...y para que comprendan la magnitud del desastre que estaba a punto de ocurrir, se me ocurrió entrar a una tienda (sí...ahí mismo en Rodeo Drive). Vi unas sandilias de "lo más bonitas" en un escaparate y bueno...entramos a la tienda. El hecho de que me hubiesen dado unas toallitas tibias para limpiar mis manos y mi cara y me brindaran Té de Hierbas del Tibet debió ser un aviso para mí...pero no...yo pensaba que estaban siendo "simpaticos y amables con los turistas". Al tomar las sandalias en mis manos me escandalizo de que aquellas "chancleticas" (noten como ya le habia bajado la categoría) costaran la exhorbitante suma de veinticuatro dolares, si no decían nada...solo tenían un sellito viejo dorado y más nada...pero bueno estaba decidida a comprar algo en Rodeo Drive para que me dieran una fundita de esas tan bonitas que le dan a las estrellas de cine.
Luego de multiplicar el precio por 30 (hace un tiempito de eso) como un millón de veces, me dije a mi misma que yo trabajaba mucho y merecía ese regalito. Le solicité al vendedor buscar mi número, usaría la American Express (extensión de la de mi marido) y lo pagaría en la próxima quincena y punto. Viene el vendedor con las sandalias y yo (privando en Princesa) deslizo mis pies con su pulcro Pedicure Francés (me lo hago siempre antes de irme de viaje) dentro de mis "chancleticas de veinticuatro dólares". Verdaderamente eran confortables!!!! mientras miro en detalle como me quedan en los espejos destinados a ese fin, se acerca una de mis amigas y me dice en español (Gracias al cielo fue en ese idioma y el vendedor no hablaba ni una pizca del mismo) "Wow amiga...usted tiene moneda..." a lo que contesto "bueno un gustico de veinticuatro dólares...no es tanto", ella se pone roja, azul, verde y con mucha delicadeza me señala bien el precio cuyo punto decimal mi mente habia situado en la décima y no en la centécima....Ohhhh, el precio real eran dosciento cuarenta dólares de los verdes americanos que tienen al tipo aquel en el frente.
Casi me desmayé!. Sin embargo, una cosa recuerdo de mis tiempos aquellos en Barbizon...nunca debe perder una señorita la compostura y mucho menos sacrificar el glamour ante una situación embarazosa. Es en aquel instante cuando, se me ocurre la maravillosa idea que me sacaría de aquella situacion embarazosa, miro fijamente al dependiente de la tienda y le digo que mi hermana me ha recordado que necesito las sandalias en una tonalidad color salmón...que si tenían ese color en la tienda. En el momento en que el vendedor se dirige a la parte de atrás pensaba salir corriendo de allí pero en lo que quitaba los doscientos cuarenta dólares de mis pies y me ponía mis zapatos de Payless llegó una joven con unos "bocadillos para las damas", claro está mi mente repasaba cuanto me cobrarían por esos bocadillos luego, pero mis amigas se plantaron a comer y es allí cuando mi amigo vendedor viene con una caja en al mano...
Las sandilias eran rosa, no salmón (vaya respiro) pero me dice que en otra tienda tienen en color salmón y que me las podia enviar a buscar. Yo le dije que estaba en Los Ángeles de viaje y que me iba pronto (acababa de llegar y duraría unos 8 dias allá pero bueno que importaba una mentira más). Le di el nombre de mi hotel y le dije que me llamara si las conseguía. Salimos de allí y una esquina más adelante nos detuvimos a soltar la carcajada que nos sacó lágrimas de los ojos.
Durante los dias subsiguientes el dependiente me dejó unos 32 mensajes, hasta que amigablemente le solicite al conserje del hotel que le comunicara que ya no me interesaban las sandilas. El día del city tour planificado por la empresa con gran sorpresa pude ver a Brad Pit, almorzando al aire libre en un café y con una fundita en sus manos de la misma tienda en la que yo había estado. No pude tirarle una foto pues no tenía la cámara conmigo ese día...
Salí de Los Ángeles aprendiendo tres cosas muy importantes: Primero, en toda ciudad de Estados Unidos hay un JC Penney, un Walmart o alguna tienda que te permita adquirir cosas a un precio que puedas pagar; segundo, si no puedes tirarle una foto a un famoso actor el mundo no se te va a venir encima y tercero...bueno la tercera enseñanza fué un poco más profunda...
Aprendí que la verdadera felicidad reside en las vivencias y el modo como hayamos decidido enfrentarlas, que existe mucho dinero en el mundo pero tambien mucha pobreza de espíritu...que prefiero quedarme con mi olor a sancocho en los cabellos y mi ingenuidad jacarandística, con mis vivencias sin marca y mi vida simple. Que soy feliz así y tengo mucho por lo cual dar gracias a Dios cada día.
Comentarios
Ay amiga te entiendo, algo parecido me pasó la primera vez que viajé, pero ya soy una experta en Payless, Walmart, JC Penney, etc!