Si, cada día tiene su propia anécdota, su propia enseñanza y su propio sabor que lo hace único. Esa es la maravilla de vivir! pues cada día se presenta ante ti con una bandeja llena de cosas para aprender (gracias a Dios que no es de bocadillos que nos hagan engordar).
Ayer, cuando ya me alistaba para ir a dormir, mi Padre me pidió una información, cuando procedía a entrar en nuestra cocina descubrí uno de los más grandes coleópteros (alias cucaracha) que he podido ver en mi vida...con sus ocho patas desagradables y su mirada asesina...Si! por fin me había dado cuenta de que mi marido que esta de viajes era necesario y no estaba allí, sino en algún punto en Washington disfrutando de la vista del Capitolio de noche, mientras yo, su pobre y desamparada mujer se veía sola enfrentada a ese bicho.
Aquellos que me conocen muy bien...saben que les tengo un asco y un terror que raya en lo anormal (realmente nada en mi vida es normal) y que los altos costos de la consulta psiquiatra junto al no funcional Plan Familiar de Salud hacen el hecho de que no haya cogido terapia para superar mi miedo (además aquí en Santo Domingo, esa vaina de ir a terapia por tenerle fobia a las cucarachas está fuera de contexto).
Repasé en mi mente todas las posibilidades:
1. Irme a dormir en otro lugar, pero bueno no puedo hacerlo por 14 dias.
2. Llamar al tio de mi esposo que se quedó a dormir en casa de mi suegra para que matara al bicho, en este punto podían ocurrir dos cosas, el animal decidiera marcharse y me quedara la duda de donde se había metido y lo segundo es que eran las 11:10 pm. y tengo que admitir que me daba un poco de verguenza.
3. Envíar a mis perros a cazar la cucaracha. El punto aqui era que la Chihuahua, Muffin, ha desarrollado fobia a esos animales pues desde cachorra me ve brincar cuando aparece una, sin mencionar que les juro que ese animal era mas grande que ella y Stinky, mi otro perro, el valiente caza cucarachas de la casa ya se habia dormido y para poder ir a buscarlo tenia que cruzar por encima de la cucaracha.
4. Irme a dormir, poniendo una toalla por debajo de la puerta para que no entrara a mi habitación y probablemente en la mañana se hubiese ido. El problema era...que podía facilmente este animal tomar posesión de mi apartamento y mis cosas, y entonces que?
Bien, las opciones se habían descartado a si mismas y solo me quedaba algo que hacer, debía luchar con mi miedo. No sería fácil, luego de evaluar todas las posibles maneras de matar al bicho desde una distancia considerable, se me ocurrió lanzarle un zapato grande y pesado (claro utilizé uno de mi marido, no los mios caros y bellos), le di la primera vez y sentí una euforia...Ja! poco sabía yo que aquellos animales tenían más vidas que un gato. Luego de quedarse quieta por unos minutos, vi que comenzaba a caminar como que nada había pasado...esto se repitió 3 veces (hoy me duele el brazo de lanzar el zapato y arrastralo de vuelta donde mi con una escoba).
La tercera vez, al darme cuenta que aquel bicho parecía estar poseído por un demonio, que ya eran casi las 12 de la noche (si, una hora tratando de matarla), que estaba sudada y me tendría que bañar por 4 vez y que para colmo al otro día tendría que venir a trabajar, en ese preciso instante algo pasó, sentí furia...si furia y rabia, estaba cansada, me sentía sola y sentía la impotencia que acarrea sentirse débil ante una situación. Digamos que alcancé mi límite...
Escoba en mano entré en la cocina, parece que Dios (quien siempre está presente en mi vida) decidió orientar a doña cucaracha a que se posicionara cerca de una pared y fue allí donde concentré todo el valor que tenía y con cuatro gloriosos escobasos maté al bicho. Había vencido!!! Yo había ganado! había reclamado mi espacio y era la dueña de mis dominios nuevamente.
Sudada, cansada, con la adrenalina corriendo por mis venas me dí cuenta de que cada experiencia en nuestras vidas, agradables o desagradables, puede traer consigo enseñanzas invaluables. Son momentos que hablan de independencia, de coraje, de valor y por qué no?...momentos en los que crecemos a partir de nuestras propias debilidades y desgracias.
Talvez aún no tenga la fortaleza de matarlas a pisotones (a quien engaño...claro que no la tengo) sin embargo se que puedo en una situación de emergencia defenderme por mi misma.
Que tengan un lindo día.
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Rob.