La verdad que cuanto nos cuesta dejar ir, cuanto nos cuesta acostumbrarnos a que no todo está bajo nuestro control o dominio! Pienso que parte del miedo que muchas veces experimentan las personas al volar en un avión reside en el hecho de que allá arriba a 33,000 pies de altura nada está bajo tu control y tienes que dejar ir!.
Del mismo modo nos cuesta dejar ir las cosas o situaciones que, aquí en tierra, también escapan de nuestro control. Dejar ir es realmente de personas que tienen no solo una fé descomunal sino también un entendimiento de su posición dentro del plan divino al que pertenecemos.
Las personas nos hemos empecinado en lanzarnos al "dominio del mundo" como me gusta llamarlo. En nuestros hogares nos preocupamos por todo...no aprendemos a delegar. Queremos manejar todo, hasta el país!. Imagínese usted la frustración que debe sentir un individuo que se dedica a decir "si yo fuera el presidente, o si yo fuera el dueño de ese vehículo...", si pero usted no es el dueño ni el responsable entonces para que gastar energías en asignar sus pensamientos a cosas que no estan bajo su control.
Debe ser un poco cómico para Dios cuando nos ve a todos correr de un lado a otro tratando de controlar o hacer su trabajo, mientras El nunca nos ha pedido que lo hagamos y solo necesita que cerremos nuestros ojos y dejemos ir, lo dejemos actuar.
Tengo que admitir que yo peco de eso...soy manilladora por excelencia!(vaya palabrita que no debe estar en ningún diccionario pero le gusta mucho a mi marido así que vamos a usarla), les juro que tengo un listado mental de cosas que le pienso decir a Papa Dios cuando llegue mi momento de regresar al padre, el debe de reirse muchisimo pues siempre ando diciendo por allí "Dios debería hacer reingeniería de procesos en el cielo...repartir las libras entre los humanos para que no haya gordos y flacos, blah, blah, blah". En el fondo talvez todavía no logro aceptar o entender por completo la belleza de dejar ir y dejar actuar.
Sin embargo voy a compartir una anécdota con todos ustedes, hace uno días llegué a un acuerdo con Dios...fue algo como esto:
11 pm, tomando un baño luego de hacer ejercicio.
Yo: Caramba Dios, hay veces que no comprendo, aqui estoy, cansada de hacer ese video de ejercicio y apuesto que mañana la báscula mostrará el mismo peso. Para colmo a eso tengo que sumarle las diez mil oraciones mias que no tienen respuestas, he llegado a pensar que o tu tienes serios problemas y te faltan par de head counts (término que se utiliza donde trabajo para decir que necesitamos personal extra) alla en el cielo para que te den una ayudita.
De repente, pasó algo maravilloso, sentí que mi pedido era estúpido...si muy estúpido. A ver, 11 pm, Dios fajado escuchando oraciones de todo el mundo, y allí estaba yo casi reprochándole que no me contestaba.
Me dio verguenza...y decidí evaluar mis oraciones no contestadas. Claro necesitaría como dos mil publicaciones de Blog para poder postear mis resultados, pero todo se resume en una cosa, logre clasificar mis oraciones en dos grandes categorías.
1. Aquellas en las que le había pedido a Dios actuar, para ello tenía que aprender a dejar ir, confiar, puesto que a quien delegué eso no me va a fallar.
2. Las oraciones donde (y debo admitir que hasta pena me da postear esto aquí) le pedía a Dios solucionar cosas que yo debo solucionar. Si, buena vaga, porque es el único calificativo que me cabe. En que estaba pensando yo cuando le pedí a Dios que me haga bajar de peso? cuando eso es una responsabilidad enteramente mía.
Al final, debo admitir que le he cogido el gustico a dejar ir...si me hubiese enterado de esto antes otro gallo cantaría (pero bueno un mango madura cuando debe de madurar, no un minuto antes ni uno después). Yo lo exhorto a hacer la prueba, comienze por dejar ir y dejar actuar a Dios si las cosas no están bajo su control, que si el mundo se va a acabar, que si el costo de la vida, que si pasara tal o cual cosa en el futuro...sea lo que sea, que no es su responsabilidad o que no esté en sus manos resolver, dejelas ir...abra las palmas de sus manos y diga "Dios a ti te entrego...actúa", deje de pensar en eso y comienze a vivir.
Verá que de repente todo tiene más claridad, el tiempo le rinde más y vivirá una vida mucho más llena de paz.
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