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Recordando a Cookie...


Recuerdo como llegó a nuestras vidas, tenía unas 8 semanas de edad y su pelaje marrón y su hocico con manchas blancas me cautivaron. Era extremadamente inteligente y en muy poco tiempo estaba entrenada para hacer sus necesidades fuera de la casa. Era una perra extremadamente dulce y docil, mas apegada a mi esposo que a mi aunque yo era la que siempre vivía de "salamera" detrás de ella.

Cookie estuvo allí cuando fuí diagnosticada con Síndrome de Ovarios Poliquísticos ese primero de noviembre del 2001, estuvo allí durante los innumerables tratamientos de fertilidad y en las innumerables noches en las que la tristeza no me dejaba dormir. Recuerdo que me iba a la sala de la casa y ella dócilmente me segui y dejaba que yo pusiera mis pies sobre su lomo a modo de almohada y si por algún modo me ponía a llorar ella lamia mis pies en un intento desesperado por "levantarme el ánimo".

Tanto creció nuestra relación que comenzé a hablarle como si fuera una persona, esto hacía que mis amigos se burlaran de mi a veces y me dijeran "es solo un perro no te va a comprender", pero Cookie les demostró lo contrario y comenzamos a comunicarnos de una manera sorprendente. Si yo le preguntaba "dónde está Papá?" se iba corriendo a donde estuviese mi esposo, si le pedía que buscara "su pelota" iba y buscaba su pelota y si le pedía que me "diera la pata" ella me pasaba su pata a modo de saludo. Podría claro está llenar un libro con las anécdotas sobre cosas que Cookie comprendía...sin embargo, lo que mejor hacía era reconfortarme, no importaba si mi pelo era un desastre, si había aumentado de peso, si llegaba de mal humor o si estaba triste, ella comprendía mi estado de ánimo y adoptaba la actitud que fuese necesaria para "animarme", desde obligarme a tirarle la pelota para jugar con ella, lamerme los pies, tirarse patas para arriba a que le acariciaran la panza o simplemente hecharse a mi lado y decirme "aquí estoy si me necesitas".

Nunca había yo experimentado un amor tan incondicional...tan profundo...tan puro.

Sin embargo, existen seres que vienen a tu vida a darte lecciones, a dejarte enseñanzas que cambian tu ser y te hacen mejor individuo, fue con Cookie que aprendí a comprender que cada ser que toca nuestras vidas tiene algo que enseñar...un legado que dejarnos y que es a través de estos legados que se alcanza la inmortalidad.

En Diciembre del 2004, cuando mi "bobobsi" como la llamaba tenía solo 4 años, mi esposo descubrió un pequeño bulto en su hocico, la llevamos al veterinario y el diagnóstico fue devastador, mi Cookie tenía Osteosarcoma, un cáncer super agresivo e inoperable que acabó con su vida en solo 15 días. Tratamos de buscar una salida y al final solo tuvimos que entregarla a Dios, cuando su sufrimiento era evidente, cuando ya no veia de un ojo y no podía comer, mi esposo y yo tomamos una de las decisiones más difíciles que nos ha tocado tomar...Pondríamos a dormir a Cookie.

Así fue como el 23 de Diciembre del año 2004 mi esposo manejó con ella hasta la veterinaria, recuerdo que el loco tránsito de Navidad no le permitió recogerme a mi primero pues la veterinaria la iban a cerrar. Yo le pedí a mi esposo que por favor no la dejara sola, que la viera partir porque ella merecía ver un rostro conocido, escuchar una voz familar, sentir en su pelaje el calor de una mano amiga antes de dejar este mundo. Se que a el le costó mucho...recuerdo que llegó a recogerme callado, con una tristeza inmensa y me entregó su collar, con su placa y la toalla donde la había llevado.

Nuestra Cookie ya no estaba con nosotros...nunca más volvería a sentir su pelaje, a verla ponerse de "mojiganga" para subirme el ánimo. Sin embargo, teníamos aún con nostros su legado, un legado de amor incondicional, un legado de sentimientos puros, un legado de transparencia y un legado de amistad que sobrepasaba la barrera de lo meramente humano.

Aquella fue una navidad triste y todavía hoy a tres años de su partida escribir esto me ha hecho llorar, todavía su foto adorna nuestra sala y todavia su legado sigue allí...intacto. Esto me hace reflexionar en cuanto puede impactar nuestras vidas un amigo, no importa si tiene dos o cuatro patas, no importa si hablan o no el mismo idioma, no importa si comparten toda una vida o solo 4 años.

Se que un día nos volveremos a ver, así como veré a todos aquellos que han partido, cuando sea mi momento ellos estarán allí para recibirme con los brazos abiertos y fundirnos en un abrazo eterno...entre esos amigos y familiares estará una con cuatro patas, con pelaje marrón y blanco, moviendo su cola de alegría porque tanto ella como yo sabremos que esta vez no volveremos a separarnos jamás.

Hasta ese momento...yo me quedo aquí en el mundo físico y su legado se queda haciéndome compañía y haciendo de mí un mejor individuo cada dia.

Descanza en Paz Cookie...

Comentarios

Guindaleza dijo…
Muy bonita la historia de cookie. Como dices, esos animalitos estan ahi para ensenarnos muchas cosas en la vida. Pase por lo mismo con mi "chucky" y hasta el dia de hoy , se me hace dificil ver sus fotos sin que se me alboroten los ojos.

Dicen que cuando uno pierde una mascosa asi, lo mejor es buscar una nueva desde rapido. Yo no podia hacerlo, yo pensaba que era como que si yo lo estuviera reemplazando por otro.

Bueno, que tengas lindo fin de semana.

Gus,

pd: en el blogger hay un opcion que le puedes dar para uno poder dejar los comentarios y se hagan mas facil sin tener que escribir una palabra enredada que siempre sale siempre que se quiere dejar uno.
Anónimo dijo…
Recuerdo a Cookie muy bien y también cómo nunca pude saludarla por el "vozarrón" que tenía. Será también muy recordada por nosotros!

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