Creo que el mayor temor al que se enfrenta el ser humano es el temor a morir, el temor a dejar esta vida que conocemos y partir en ese viaje a lo desconocido. Pienso a veces que parte de ese temor no es solo porque nos enfrentaremos a algo desconocido sino también el temor natural a pensar como funcionará el mundo sin nosotros. Conozco muchas personas que se preguntan "seguiran haciendo esto o aquello?" "Quién se encargara de aquello otro?".
Anoche veía un programa de televisión sobre niños que tienen cáncer, muchos de ellos ya postrados en una cama y algunos con solo semanas o talvez dias de vida. Estos pequeños cuerpecitos batallaban contra el dolor del cáncer y contra los miles de fármacos que les suministraban y aún así cuando alguien entraba a la habitación aún encontraban fuerzas para sonreir.
Sin embargo, esto no era lo más sorprendente. Hablaban de su enfermedad y de la muerte de la manera más natural del mundo, en un principio pensé que al ser tan inocentes talvez no comprendían a toda cabalidad el concepto de la muerte. De todo el programa una niña fue la que más me llamó la atención. No tenía cabello pues la quimioterapia se lo había tumbado y su expectativa de vida era solo de un par de semanas si acaso. Cuando la persona entró a entrevistarla ella dibujaba unicornios con lapices de colores y mientras lo hacía iba contestando sobre su edad, cuales eran las cosas que más le gustaban hacer y sus juguetes favoritos.
El entrevistador le preguntó que cuál era su mayor deseo...ella contestó que su mayor deseo era conocer al hada madrina de la Cenicienta. Algunas tiendas locales y la fundación Make a Wish se unieron y lograron que Walt Disney World enviara al Hada Madrina de Cenicienta al hospital. Claro está llegó el Hada y a la niña se le iluminaron los ojos, hicieron una fiesta en el hospital y le pusieron una peluca rubia con una corona de princesa. Al finalizar el día el entrevistador le pregunta a Margaret "Que te ha parecido tu día?" y ella contestó "Maravilloso! Puedo morir mañana...estoy feliz".
Las escenas siguientes fueron del funeral de Margaret, la niña había fallecido al otro día, aún utilizando su peluca rubia y su corona.
Claro está lejos de lo emotivo del programa, siempre he envidiado a los niños por eso, por su capacidad de ver la vida sin complicaciones, por afrontar no solo la vida, sino también la muerte con una naturalidad que dista mucho de lo que se podría esperar de un niño. Recuerdo cuando mi cuñado falleció que Shantal la hija de unos amigos de mis suegros que deberia tener unos 5 años más o menos, me susurró un día mientras dibujaba con ella: "Oye, el se parece mucho a Francisco un amigo mio que se fue al cielo" (haciendo referencia al parecido de mi esposo con su hermano), yo le contesté también en un susurro "Si, es que Francisco era su hermano" y ella me respondió "y por qué ya no son hermanos?".
Su pregunta me dejó asombrada...ella reconocía que había una no existencia física pero que ciertos lazos debían permanecer más allá de lo que este mundo puede representar. Es por eso que ese programa tuvo tanto impacto en mí, me pregunté a mi misma cual fuera mi deseo si yo tuviese que morir mañana...pienso que el mio sería poder marcharme sin ataduras, poder tener la capacidad de no preocuparme de como se las arreglará el mundo sin mi, tomar mi maleta y alzar vuelo a la casa del Padre y decirle "aquí estoy...dime ahora como puedo ayudarte". El equipaje que cargamos será tan pesado como nosotros queramos hacerlo, el mundo...el mundo siempre será mundo, seguirá girando, seguirán alimentando a mis perros, cuidarán de mis plantas, harán fiestas sin mí y la gente volverá a sonreir...
No se trata de lo que dejamos atrás...se trata de lo que nos llevaremos con nosotros. Se trata de los momentos felices que vamos a poner en esa maleta, la mente satisfecha sobre una vida bien vivida, un trabajo bien hecho...de eso se trata. Atrás...pienso que atrás se deja al mundo...un mundo que seguirá su ritmo y nos recordará solo por el equipaje que hayamos decido llevar con nosotros y el legado que hayamos dejado en el corazón de todos aquellos que nos conocieron y que fueron parte de nuestras vidas.
Así que si tuviese que morir mañana me gustaría hacerlo sin lágrimas, sin resentimientos, sin temor...me gustaría estar usando una corona y soñando con hadas madrinas. Me gustaría mantener mi sonrisa hasta el último suspiro y poder entregarme en los brazos de Dios feliz de saber que voy por fin a mi casa...a mi verdadera casa...
Ojalá mi equipaje sea tan ligero como el de Margaret...
Comentarios
Si tuvieramos solo la mitad de esa inocencia y de esa certeza, fuera un éxito.