Soy de las que pienso que cada cierto tiempo debemos detener nuestra agitada marcha de vida, para en un momento de sosiego espiritual poder re-evaluar nuestra vida, nuestras decisiones, los protagonistas y actores de nuestro relato terrenal. Esta re-evaluación nos lleva a rectificar (de ser necesario) nuestro rumbo, nuestras relaciones, nuestras amistades...nuestro norte. Pienso que hacer esto de vez en cuando nos ayuda a mantener el enfoque de hacia donde vamos y por qué vamos en dicha dirección.
Ser adulto pareciera ser aburrido...hasta hace unos pocos años yo pensaba que me encontraba atrapada en el horrible círculo vicioso en el que pareciéramos entrar una vez que alcanzamos la adultez. Sin embargo, un día mientras me lamentaba calladamente de mi desventura en la seguridad de mi oficina pude ver por la ventana al jardinero del lugar donde trabajo. Eran las 11:30 am y el sol candente de pleno verano dominicano azotaba sin piedad la verde grama del jardín frontal de la empresa. Sin un árbol a la vista, el jardinero no tenía otra opción que realizar su ardua tarea bebiendo mucha agua por lo que cargaba un galón con el líquido que tenia escondido bajo un arbusto pequeñito que le daba sombra.
Me quedé mirándolo...no debía tener más de 21 años, flacucho, podías notar su origen humilde y uno que otro rasgo que habla de algún tipo de desnutrición. Mientras podaba la grama lo veía sumamente concentrado en su faena pero cuando hacía una pausa para beber del galón de agua se tomaba unos minutos y se quedaba con la mirada perdida. Tendría algún problema??...seguramente montones y todos se resolvían con dinero...cosa que probablemente el no tenía. Por un momento me sentí bastante afortunada pues mientras la temperatura alla afuera debía rondar los 32 grados centígrados yo disfrutaba de unos 20 grados. Llegué a sentirme un poco culpable porque cuando me percaté de mi amigo jardinero había estado yo quejándome de que si me tenía que despertar temprano a trabajar, que si el salario debia ser como el triple de lo que ganaba y de como yo debía definitivamente no haber nacido en este país.
Dieron las 12:30 pm y me levanté de mi silla para irme a almorzar, a eso de la 1:15 cuando hacía la sobremesa de lugar en el comedor pude ver como mi amigo jardinero entraba, cantina en mano, a comerse "un morito con pollo guisaó" que una hermana le había traído desde la casa en un motoconcho. Se sentó en la mesa junto a la mía con el otro jardinero y pude escuchar como entablaban una conversación amena sobre los temas del barrio donde vivían (al parecer eran vecinos). De repente la conversación se tornó un poco más seria cuando comenzaron a conversar sobre como el salario no da para nada. Pero una parte de la conversación marcó mi vida desde ese momento en adelante y fue cuando mi amigo jardinero dijo la frase "yo hace mucho que dejé de darle mente a los cuartos...si mi felicidad fuera a estar en el dinero yo hace tiempo me habria suicidado".
Digamos que aquella fue la primera vez que decidí revaluar mi vida y hacia donde iba. Decidí buscar cual era mi norte y que cosas marcaban el paso al que iba mi felicidad. Esta de más decir que aquel dia muchas cosas cambiaron en mi vida y a partir de allí todos los años hago la misma revaluación.
Sin embargo, creo que la lección más importante que aprendí fue que mi felicidad debía fundamentarse en otra cosa que no fuera el dinero o la situación económica. Claro está en una sociedad tan monetizada como esta es difícil no pensar en el dinero o tratar de evitar que el dinero sea quien marque tu felicidad.
Mi cuñado Francisco fué una de las personas más felices que he conocido y tiene cosas en común con mi amigo el jardinero. Digamos que pudo lograr muchas cosas y a su corta edad creo que pudo vivir una vida al máximo (todo eso lo hizo teniendo un trabajo de 8-5 y una vida de adulto como todos nosotros). Su éxito radicó en que se ponía prioridades e iba tras cada una de ellas, vivía con pasión la construcción y el desarrollo de cada uno de sus sueños. Era fácil reirnos de el porque decíamos "cuando a Faco le coge con algo...". Y es que tenía sus prioridades y sus deseos bien claros, cada cosa que hizo la hizo en grande, la disfrutó al máximo y no dejó que la situación económica lo amedrentara. Con un paso a la vez...de a poquito, sin querer abarcar el todo de una vez.
Hace ya unos 4 años de aquel día donde mi amigo jardinero dijo aquella famosa (por lo menos para mi) frase. Con satisfacción hace unos 3 o 4 meses se me acercó una mañana y me dijo "Doña, me compra un número...estoy rifando una licuadora porque quiero tirarle el plato a mi rancho", hacía calor como aquel medio dia hace años atras, el sudaba copiosamente y me fijé que el galón seguía debajo del arbusto para que el agua no se le calentara mucho. Mi amigo jardinero seguía en las mismas...con su espíritu inquebrantable y aquella sonrisa que le ilumina el rostro.
Luego de comprarle los números y que me deseara buena suerte "con la rifa y con la barriga", me dí media vuelta y me marché. En aquel momento supe que la felicidad de un ser humano no radica en las cosas sino en el placer que se obtiene del trabajo honrado para obtenerlas. Me di cuenta que la felicidad radica en el gozo que existe en la planificación y búsqueda de un sueño..más que en la realización del sueño mismo. Y que...al final...te das cuenta que al alcanzar ese sueño solo lograste alcanzar el punto de inicio del próximo.
Comentarios
para vivir, pero no para ser feliz.
Gracias por esas conclusiones.