La vida está compuesta de momentos, algunos felices y otros extremadamente tristes. Es en esos momentos cuando se pone a prueba nuestra Fé, donde nuestro corazón se arruga, se acongoja y se llena de un pesar que pareciera partirlo en dos.
Nunca es fácil decir adios y mucho menos decirlo cuando ese adios implica la separación física definitiva. No importa si tienes que decirlo a tu abuelita de 105 años que vivió una vida plena o a la hermosa hija de una amiga que solo vivió sesenta y un dias....decir adios no es fácil.
Pienso que cada quien viene con un plan de vida, algunos lo agotan más rápido que otros, al final, es la enseñanza que nos dejan y el gran amor que nos dieron durante la vida lo que nos mantiene a flote y la certeza de ese re-encuentro se vuelve nuestro norte cada día.
Ver partir a nuestros seres queridos es una experiencia dolorosa que nos marca la vida, nos arranca un pedazo de corazón y nunca jamás volvemos a ser los mismos. Cada vez que me toca, directa o indirectamente, ver el dolor en los ojos de alguien, emular su pena, contagiarme de su angustia me pregunto "Dios por qué?".
Siempre digo que de las hijas de Dios debo ser la que más cuestiono, siempre ando preguntando "por qué?" a todo, una vez me dijeron que debia parar esta práctica, pero yo se que Dios sabe que no lo hago a modo de reto, lo hago a modo de clamor. Como cuando le quito el juguete a Francesca y ella con lágrimas me mira como preguntándome la razón. Lo hago para tratar de comprender...si la respuesta llega o no eso jamás merma mi fe.
Hay algunas despedidas que nos marcan más que otras, unas que nos dejan una pena que se arrastra en nuestras miradas, talvez no conociamos a esas personas pero nos toca ver el dolor en los ojos de un amigo, de un familiar, de alguien que es cercano a nosotros y entonces desde su dolor aprendemos a conocer y apreciar a ese ser maravilloso que partió.
Es en esos momentos donde las palabras sobran, donde un abrazo significa más que todo, donde quisieras poder volar al lado de esa persona y decirle que todo va a salir bien, que existe un re-encuentro, que la separación es momentánea. Quisieras ayudar a tu amigo a cargar su pena, a seguir adelante....quieres decir y hacer tanto que te llegas a sentir maniatado y solo te queda orar porque la fortaleza llegue pronto.
No creo en casualidades....el 7 de Mayo me senté a escribir esta entrada, un gran amigo perdía a su hermana y sentí que a través de su dolor yo revivía el nuestro, tres días más tarde una gran amiga pierde a su amado esposo...esa noche oro...oro mucho por Naty y Miller, oro por sus almas y por el dolor de nuestros amigos. Le pregunto a mi Dios...Por qué? y hoy recibo esta respuesta...es corta, vino a mi como siempre, por una Diosidencia, un mensaje de forward que por error recibí de alguien que no conozco...pero que fue utilizado como instrumento para hacerme llegar este bello mensaje.
Hay dolores tan vivos que queman, tan hondos que inundan, tan arrasadores que destruyen y tan violentos que dominan. Mi río, tan alegre, está llorando, mi lámpara, tan tibia, está opaca, mi rosa, tan fragante, está mustia, mi montaña, tan alta, está escondida, mi cántaro, vacío. ¡Y mis cuerdas, rotas!
Yo tengo una espina por dentro, un quejido sordo, una herida abierta, un dolor que me aplasta y me consume. Pero más allá, en lo más hondo de mi raíz, en la médula de los huesos, disuelta en la sangre que me circula, tengo fe en un Dios que no abandona. Autor: Miguel Angel del grupo de Facebook "Secretos de Fé"
Dios bendiga y reciba con brazos abiertos las almas de Natalia y Miller que hoy no están físicamente con nosotros, que provea de fortaleza y resignación a nuestros queridos Matias y Rosa. Que ambos recuerden, dentro del dolor de la partida, tener Fé en un Dios que no abandona.
Un abrazo fuerte...
Comentarios