Mi viejita y yo desayunando juntas en su visita a mi casa en Navidad 2011
Hoy es un día especial, ayudo a mi madre a cerrar un capítulo de su vida y a iniciar otro. Mientras eres joven, hacerlo es sencillo, pero a los 80 años de mi madre, volver a comenzar es un Goliat que debe derrotarse. Situaciones ajenas a nosotros la obligan a dejar la que fuese mi casa materna, donde nos crió a mi hermana y a mi, donde cada rincón atesora un recuerdo de mi padre (que ya no está con nosotros), donde son familiares los olores, los sonidos, los colores...
Dejar la que ha sido tu casa acarrea para ella un gran reto y la enfrenta a grandes nostalgias. Yo trato de ofrecerle "ventajas" para que este paso sea emocionante y positivo a la vez, sin embargo, se que no puedo mudar los recuerdos que ella atesora de cada rincón de aquel viejo apartamento donde vivió los años más felices de su vida junto a mi padre y a nosotras.
Para mi, cerrar para siempre mi conexión con aquel lugar trae una mezcla de sentimientos...pues como ella, atesoro de cada rincón un recuerdo, puedo cerrar los ojos y recorrer cada centímetro de aquel lugar y decir con exactitud cada grieta, cada color y cada memoria vivida allí.
Aunque cuidadosamente sopesada cada ventaja vs. desventaja, no deja hoy de invadirme la nostalgia. Al cerrar aquella puerta, me llevaré conmigo los recuerdos que atesoro pero dejaré detrás cada rincón físico al que iba atado. Diré adiós a aquellas paredes que guardan tantas risas, tantas alegrías, una que otra lágrima, tantas victorias, que vieron tantos abrazos y besos compartidos. Que reto no llorar, que reto ver las ventajas y abrazarte tan fuerte de ellas que puedas sofocar aquel tsunami de nostalgia.
Mi viejita se ha sentido nostálgica en estos días, se que la emociona que ahora verá a su nieta que adora todos los días, que estará cerca de mi, que es un lugar mucho más tranquilo y seguro, se aleja de lo que la perturba y la molesta...por ese lado, esta feliz, sin embargo veo el brillo de nostalgia en sus ojos, se parte de lo que siente porque yo lo siento también. No me queda más que admirar su fortaleza a los 80 años, sentirme orgullosa de que me haya parido, sentirme feliz de tenerla conmigo. Hemos enfrentado juntas muchas cosas y siempre, siempre, trata ella de sostenerme a mi, aun cuando mi padre murió presentó tal fortaleza que aun me sorprende, todo por cuidarme a mi, todo porque en aquel momento que debió dar rienda suelta a su dolor yo estaba embarazada.
Hace tres años perdí a mi padre, lo enfrentamos solas, como un equipo compacto, yo sostenía sus hombros y ella sostenía mi mano...aun no se quien sostenía a quien. Estuvo ahí cuando mi hija nació, vestida aún de luto porque solo habían pasado 3 meses desde la partida de mi padre...con una sonrisa solo para mi...cuando ambas probablemente pensábamos como hubiese estado mi padre de feliz...ella no derramo una sola lágrima...
Hoy enfrenta este cambio con la misma entereza, con la misma fortaleza, sonriendo, haciendo planes nuevos...como si no dejara detrás 40 años de su vida, con la naturalidad de quien no se aferra a lo material, con la seguridad de quien sabe que los recuerdos los lleva con ella y que nada ni nadie puede arrebatárselos.
Y con este nuevo comienzo no dejo de maravillarme por la madre que me ha tocado tener, por su forma de ser, por su entereza de espíritu. Espero que Dios le de larga vida y salud para poder seguir disfrutando de su presencia.
Hoy es un día especial, ayudo a mi madre a cerrar un capítulo de su vida y a iniciar otro. Mientras eres joven, hacerlo es sencillo, pero a los 80 años de mi madre, volver a comenzar es un Goliat que debe derrotarse. Situaciones ajenas a nosotros la obligan a dejar la que fuese mi casa materna, donde nos crió a mi hermana y a mi, donde cada rincón atesora un recuerdo de mi padre (que ya no está con nosotros), donde son familiares los olores, los sonidos, los colores...
Dejar la que ha sido tu casa acarrea para ella un gran reto y la enfrenta a grandes nostalgias. Yo trato de ofrecerle "ventajas" para que este paso sea emocionante y positivo a la vez, sin embargo, se que no puedo mudar los recuerdos que ella atesora de cada rincón de aquel viejo apartamento donde vivió los años más felices de su vida junto a mi padre y a nosotras.
Para mi, cerrar para siempre mi conexión con aquel lugar trae una mezcla de sentimientos...pues como ella, atesoro de cada rincón un recuerdo, puedo cerrar los ojos y recorrer cada centímetro de aquel lugar y decir con exactitud cada grieta, cada color y cada memoria vivida allí.
Aunque cuidadosamente sopesada cada ventaja vs. desventaja, no deja hoy de invadirme la nostalgia. Al cerrar aquella puerta, me llevaré conmigo los recuerdos que atesoro pero dejaré detrás cada rincón físico al que iba atado. Diré adiós a aquellas paredes que guardan tantas risas, tantas alegrías, una que otra lágrima, tantas victorias, que vieron tantos abrazos y besos compartidos. Que reto no llorar, que reto ver las ventajas y abrazarte tan fuerte de ellas que puedas sofocar aquel tsunami de nostalgia.
Mi viejita se ha sentido nostálgica en estos días, se que la emociona que ahora verá a su nieta que adora todos los días, que estará cerca de mi, que es un lugar mucho más tranquilo y seguro, se aleja de lo que la perturba y la molesta...por ese lado, esta feliz, sin embargo veo el brillo de nostalgia en sus ojos, se parte de lo que siente porque yo lo siento también. No me queda más que admirar su fortaleza a los 80 años, sentirme orgullosa de que me haya parido, sentirme feliz de tenerla conmigo. Hemos enfrentado juntas muchas cosas y siempre, siempre, trata ella de sostenerme a mi, aun cuando mi padre murió presentó tal fortaleza que aun me sorprende, todo por cuidarme a mi, todo porque en aquel momento que debió dar rienda suelta a su dolor yo estaba embarazada.
Hace tres años perdí a mi padre, lo enfrentamos solas, como un equipo compacto, yo sostenía sus hombros y ella sostenía mi mano...aun no se quien sostenía a quien. Estuvo ahí cuando mi hija nació, vestida aún de luto porque solo habían pasado 3 meses desde la partida de mi padre...con una sonrisa solo para mi...cuando ambas probablemente pensábamos como hubiese estado mi padre de feliz...ella no derramo una sola lágrima...
Hoy enfrenta este cambio con la misma entereza, con la misma fortaleza, sonriendo, haciendo planes nuevos...como si no dejara detrás 40 años de su vida, con la naturalidad de quien no se aferra a lo material, con la seguridad de quien sabe que los recuerdos los lleva con ella y que nada ni nadie puede arrebatárselos.
Y con este nuevo comienzo no dejo de maravillarme por la madre que me ha tocado tener, por su forma de ser, por su entereza de espíritu. Espero que Dios le de larga vida y salud para poder seguir disfrutando de su presencia.
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